Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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100428
Legislatura: 1901
Sesión: 20 de Julio de 1901
Cámara: Senado
Discurso / Réplica: Discurso
Número y páginas del Diario de Sesiones: 34, 482
Tema: Responsabilidades con motivo de las últimas guerras

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Pido la palabra.

El Sr. PRESIDENTE: La tiene V. S.

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Agradezco en el alma las sinceras palabras que acaba de pronunciar el Sr. Portuondo; pero precisamente las mismas razones en que funda la presentación de la proposición que acaba de defender, me sirven a mí para suplicar al Senado que no la tome en consideración.

Yo declaro que si, como era mi deseo, hubiera resumido el debate del mensaje en esta Cámara, me habría ocupado en el examen de todas las cuestiones aquí tratadas, menos de las responsabilidades de la guerra, que se me atribuyen a mí muy especialmente; aunque estoy tan convencido de que el país no piensa de esa manera, que ni para defenderme me hubiera ocupado en esa cuestión. Y no lo hubiera hecho, porque exigir las responsabilidades de la guerra sería un objeto baldío y estéril, y además peligroso. Las responsabilidades de la guerra se hallan tan extendidas, arrancan de tan lejos, son tan difíciles de precisar, que bien merecen que sobre ellas se conceda la inhibición a los contemporáneos que en otras ocasiones se ha pedido, y la declaración de la competencia única a favor del Supremo Tribunal de la Historia. (Muy bien.)

¿De dónde arranca, Sres. Senadores, la verdadera responsabilidad positiva? Del malestar de nuestras antiguas colonias, del abandono y del descuido de la madre Patria, de la funestísima Administración a que se las sometió, prólogo fatal de las insurrecciones. ¿De dónde arranca, señores Senadores? A esta pregunta, cada cual contestará con un período distinto, con una fecha diferente. (Muy bien.)

Y esta verdad está comprobada, no sólo por las discusiones sostenidas en esta Cámara, sino por las discusiones habidas en la otra. Hubo quien limitó la responsabilidad al Gobierno liberal en cuyo tiempo se realizó la catástrofe: hubo quien la llevó al Gobierno o a los partidos conservadores, por no haberse aprovechado de una famosa nota de la que se ha hablado tantas veces. (El Sr. Duque de Tetuán pide la palabra.) No hago cargos a nadie; pero, ¿quién duda que ha habido quien lo ha atribuido a eso? Hubo quien la ha extendido a todos los Gobiernos que han estado al frente de los destinos del país desde la primer insurrección colonial: hubo quien la hizo extensiva a toda la Regencia, y hubo quien no se paró ahí, sino que subió a la revolución de Septiembre y al período de la República. Y así sucedió, que partidos, Ministros, generales, almirantes, mayorías, minorías, periódicos, todos, todos fueron acusados y todos fueron objeto de este vértigo de ataques, de defensas, de debates acalorados, de discusiones apasionadas. ¿Y queréis recordarlos otra vez y queréis renovarlos? ¿Para qué? No había de tener fin práctico; pero había de servir para la discordia, para la desconfianza entre los hombres políticos y entre los partidos en los momentos en que es más necesaria la concordia de los partidos y la armonía de los hombres políticos, en presencia de los grandes problemas que nos abruman, problemas que están fuera de los partidos, problemas que son verdaderamente nacionales. (Muy bien, muy bien.)

Y por eso yo, Sres. Senadores, estoy dispuesto a aceptar toda política que traiga consigo la concordia y la confianza de los hombres políticos y de los partidos, y a rechazar toda política que pueda contribuir a la discordia. De acuerdo con este propósito y por estas razones, pido al Senado que se sirva rechazar la proposición defendida por el Sr. Portuondo. (Muy bien, muy bien.)



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